
Cuando tus partículas se desplazan por todo "Río de la Chía,"
Ningún momento de mi vida se puede ir sin recordar tu presencia
en esa tierra mística, brava, virgen y desconocida.
El lugar que está sobre el agua de abajo,
Nos ofreció tristezas, alegrías, y aventuras,
Que se quedaron en cada vena corriente a mi corazón.
Quiero llegar a ti, conectar tú alma con la mía a través del viaducto colonial,
Encontrar la existente flora bajo la selva chiapaneca,
Sin sentir temor de caer bajo las aguas cristalinas,
Ningún momento de mi vida se puede ir sin recordar tu presencia
en esa tierra mística, brava, virgen y desconocida.
El lugar que está sobre el agua de abajo,
Nos ofreció tristezas, alegrías, y aventuras,
Que se quedaron en cada vena corriente a mi corazón.
Quiero llegar a ti, conectar tú alma con la mía a través del viaducto colonial,
Encontrar la existente flora bajo la selva chiapaneca,
Sin sentir temor de caer bajo las aguas cristalinas,
y llegar a tu destino acariciándote
Cada uno de tus pétalos sin dejar que te desvanezcas.
La presencia de tu luz en cada uno de esos lugares,
Hace mi cuerpo tiritar y imaginar que estas a mi lado,
Mi ser necesita tu presencia, como la pide la “Río de la Chía,”
Donde surge respetuoso de su entorno nuestro amor.
Ven siente conmigo, el palpitar que te llama,
Necesito mirar, sentir y recordar,
Que tus ojos son como el índigo de Agua Azul,
y las cristalina aguas de Agua Clara.
Que tus cabellos rubios son como el reflejo de un atardecer en la
Catedral de San Cristóbal Mártir,
Tú sonrisa linda como las cascadas de Misol-há,
Tú presencia como la estación de primavera en Palenque,
Tú alma y tu espíritu tan inmenso y profundo como el Cañón del Sumidero,
Y el sentir de tu piel con raíces de huella terciopelada,
Cada uno de tus pétalos sin dejar que te desvanezcas.
La presencia de tu luz en cada uno de esos lugares,
Hace mi cuerpo tiritar y imaginar que estas a mi lado,
Mi ser necesita tu presencia, como la pide la “Río de la Chía,”
Donde surge respetuoso de su entorno nuestro amor.
Ven siente conmigo, el palpitar que te llama,
Necesito mirar, sentir y recordar,
Que tus ojos son como el índigo de Agua Azul,
y las cristalina aguas de Agua Clara.
Que tus cabellos rubios son como el reflejo de un atardecer en la
Catedral de San Cristóbal Mártir,
Tú sonrisa linda como las cascadas de Misol-há,
Tú presencia como la estación de primavera en Palenque,
Tú alma y tu espíritu tan inmenso y profundo como el Cañón del Sumidero,
Y el sentir de tu piel con raíces de huella terciopelada,